viernes, 22 de junio de 2012

Heimarmene

Heimarmene es el destino o fatum para los griegos, particularmente para los estoicos. Esto significa que ocurrió lo que tenía que ocurrir, ocurre lo que tiene que ocurrir y ocurrirá lo que tenga que ocurrir. Las cosas son así como son y están bien por la decisión y sabia resolución de la divina providencia y el sabio debe saber poner en conexión su débil subjetividad individual, psicológica, personal, idiográfica, con la subjetividad racional del Destino de la pronoia, de la providencia que todo lo tiene medido y calculado en su totalidad.
Tengo yo la sensación de que todo lo que pasa en España desde 1975 es el efecto de un plan providencial de la corrupta clase política española para desmantelar el Estado, la Nación, la Patria. La democracia fue el pretexto. Se desmanteló el franquismo por parte de los propios franquistas que decidieron dejar de ser franquistas y avergonzarse del franquismo. Otros franquistas se hicieron además antifranquistas y separatistas. Se constituyó un contubernio constitucional de franquistas, progresistas y separatistas para repartirse el Estado en una suerte de pacto de no agresión mutua, que no ha sido cumplido.
Los que han vencido han sido los separatistas, que han ido rapiñando una ración cada vez mayor de Estado y de España para conseguir su aniquilación. Era sólo cuestión de tiempo la liquidación de España según sus planes a largo plazo y parece que ya estamos al final del camino: los franquistas se han extinguido y el PP no guarda relación alguna con el franquismo. Su referencia doctrinal son los EE.UU. o la corrupta socialdemocracia europea. Nada de la tradición histórica conservadora tradicional española. Los progresistas han embadurnado con sus memeces el Estado y la sociedad españoles y los separatistas han conseguido dividir en trozos separados la Nación Española. Todo está a punto para la voladura del Régimen de 1978 por parte de la clase política española.
La legalización de la ETA, las negociaciones secretas con la ETA parecen marcar el procedimiento de voladura del Régimen de 1978 con la Nación Española incluida.
Entonces, uno nota la alienidad del poder político. Es algo que viene de arriba, no de abajo. La plebe no tiene influencia alguna en todo este proceso. Se deja hacer y acepta el destino inexorable que le marca la clase política, aun cuando sea su enemiga mortal. La plebe sólo piensa con el estómago. Por eso habrá motines populares pronto en España, pero la plebe no tiene conciencia política nacional ni patriótica, como no sea con el júrgol.
Está todo previsto por el Régimen de 1978: la liquidación de España y la desorganización de las instituciones de la sociedad. Todo ello ya se ha llevado a efecto. Falta la conclusión. La salida de presos de ETA de la cárcel, de Otegui, son ya migajas que quedan por entregar. Ya está cortado el bacalao. El Régimen de 1978 putrefacto, aplaudido por sus periodistas (todos) y propagandistas, su clase política y sus intelectuales de medio pelo ha conseguido sus fines y metas prácticamente. Queda poco.

martes, 19 de junio de 2012

Arrepentimiento

Al asesino se le mata por amor. Por amor a él mismo, desdichada criatura digna de lástima y compasión y por amor a los demás, heridos y calumniados por el mero hecho de que el asesino siga aún con vida. Por eso creo que es preciso darle la razón a Joseph de Maistre al ensalzar las virtudes del verdugo y la sublimidad del verdugo. El castigo es fundamental. Si no hay castigo, no hay crimen. No pasa nada entonces.
Los terroristas separatistas vascongados de la ETA merecen la muerte por varias razones: 1. Por razón de Estado, por los arcana imperii. Todo enemigo del Estado merece la muerte. Hay que garantizar la paz pública y eso pasa por la eliminación de los terroristas etarras. El Estado es incompatible con los que quieren su destrucción. 2. Por razones éticas. El etarra es una persona de grado cero y se le mata por compasión si sufre por sus crímenes horrendos. Nosotros podemos facilitarle la muerte por suicidio o matarlo nosotros mismos por compasión. 3. Por razones morales, la sociedad tiene que matarlo al asesino etarra para no envilecerse por el relativismo moral que anida en las teorías de la reinserción y el arrepentimiento psicológico. La pena de muerte constituye un formidable valladar para evitar que nos de todo igual.
El verdadero arrepentimiento es la muerte. No puede haber arrepentimiento psicológico ni perdón. Lo hecho, hecho está y el asesino tiene que afrontar la muerte. Por eso resulta indecente organizar encuentros entre asesinos y víctimas de ellos. Ya el hecho de que sigan aún vivos los asesinos constituye un verdadero envilecimiento de la sociedad española. Si encima las víctimas se prestan a este juego de ecualización víctima=verdugo y por lo tanto de trivialización de los crímenes y asesinatos de la ETA, entonces podemos decir que la sociedad española se ha envilecido hasta extremos inimaginables hace tan sólo unos años.